jueves, 20 de enero de 2011

Sobisch precandidato a gobernador y dicen que vuelve la esperanza.

Sobisch precandidato a gobernador y dicen que vuelve la esperanza.

Sólo con imprimir sus bigotes en las paredes todos sabemos de quién se está hablando. Nos trae recuerdos, imágenes y vivencias irrepetibles. Jorge Omar Sobisch se construyó a si mismo y con él, muto el MPN, de movimiento popular a partido conservador. Tuvo dos períodos bien diferenciados uno de otro. Apareció en la escena política provincial en el 91, desde la intendencia de la Capital , como una renovación democrática dentro del partido provincial. Venía para confrontar con la historia de la familia Sapag, que ya por aquel entonces era cuestionada, por propios y extraños, por el manejo feudal de las arcas públicas; sin oposición legislativa entre otras cosas.

La representación proporcional en diputados fue una medida progresista en tiempos en que en la nación soplaban aires privatizadores y de profundas reformas en el Estado, inspiradas en el neoliberalismo que debía consumar la obra iniciada por la dictadura.

Rápidamente lo cegó el poder político y económico. En aquel período la provincia cobró juicios por regalías mal liquidadas por Nación. Un presupuesto entero de ese momento, en un solo pago: 750 millones de dólares. De ahí en más toda la transformación que prometió se modificó para comenzar la construcción de un aparato paraestatal, partido – gobierno, cuyo sesgo autoritario, asomó con toda crudeza en sus dos últimos períodos 1999 – 2003, 2003 – 2007.

Fue ese autoritarismo el medio para consolidar y dar seguridad a su íntima relación con las petroleras y distribuir cuantiosos créditos a tasa cero y sin pago, entre sus más cercanos colaboradores, aduladores, testaferros, en definitiva, socios del más grande negocio privado con dineros públicos, que pueda imaginarse en la joven historia provincial.

Colonizar el Poder Judicial fue una estrategia anticipada a las seguras consecuencias que sus acciones de gobierno tendrían en el futuro. Así lo entendió y lo expresó en la conocida Cámara Oculta, cuando intento convencer al Diputado Taylor, de lo importante de contar con su apoyo para una terna de abogados propuestos para integrar la Justicia Neuquina.

Con las joyas de la abuela construyó el Ruca Che y la Multitrocha eso es cierto; también banco a Tinelli, al nadador Meolans, al Equipo de Volley Los Gigantes; creo el IADEP e hizo millonarios a varios que construyeron imperios con la plata de todos, sin devolver un centavo; el Banco Provincia presto millones sin garantías a empresas fantasmas, como Temux; con el discurso de la seguridad, pago más de 50 millones de dólares a Damovo, en su acercamiento a Mauricio Macri; compró 2 helicópteros ( 2 millones y medio de dólares cada uno) que no estaban habilitados para uso sobre zonas urbanas, y eran para eso; varios de sus funcionarios mejoraron sustantiva y sospechosamente su calidad de vida y lograron esquivar causas por enriquecimiento ilícito gracias a la complicidad de fiscales y jueces (por eso de la colonización); intentó modificar la constitución y ese fracaso, lo puso por primera vez ante la amenaza cierta a su creída intocable autoridad política.

Mientras tanto, aumentaron escandalosamente los desocupados, los planes sociales reemplazaron al trabajador público en puestos como auxiliares de servicios, maestranza de hospitales, etc. Los contratos basura en la administración pública fueron moneda corriente; se agudizó la falta de viviendas, ni un solo plan en dos períodos de gobierno; aumentaron también el consumo de droga y el alcohol en los barrios, en casos, sospechados de ser provistos desde la misma estructura de gobierno; ningún polideportivo, pocos hospitales, y los construidos sin mobiliario y faltos de personal; pocas escuelas y las construidas con los bonos que endeudaron a la provincia por años (aún hoy estamos pagando). Durante su último gobierno el petróleo trepó a precios insospechados, con el consecuente incremento de regalías. Sin embargo cayó la inversión en educación y salud, como nunca en años anteriores e incluso después.

Nos eligió como sus enemigos. Quizás por hacer lo que teníamos que hacer, es decir defender nuestros derechos, no solo como trabajadores sino como ciudadanos. La lucha de los trabajadores estatales le impidió privatizar el EPEN, el EPAS, transferir la Caja de Jubilaciones a la Nación (ISSN), privatizar la educación y la salud, entre otras cosas. Denunciamos su corrupción y su autoritarismo; debatimos la reforma constitucional y defendimos la Constitución de 1957. A los maestros y en particular a su organización la acusó de hacer política. Obvio que educar es un acto político y por eso debatimos y discutimos política, no desde un partido, si como mujeres y hombres comprometidos con su presente y su futuro.

Su concepción fascista del ejercicio del poder público, lo hizo hacer confrontar al partido en la calle, en las escuelas, en los hospitales, en las propias puertas de la casa de gobierno, con los trabajadores que reclamaban por mejores condiciones laborales, estabilidad laboral y salarios. Hasta inventó la guerra bacteriológica en junio de 2005.

No soportó tal coherencia, ni tanta obstinación. Dio las órdenes de reprimir ferozmente cada vez que el reclamo cuestionaba sus relaciones con el poder económico. Así lo hizo con los desocupados en noviembre de 2003; cuando arrastró nuestra carpa frente a la casa de gobierno en mayo de 2005; en la apertura de la Convención Constituyente en diciembre del mismo año; cuando ordenó la zona liberada en la Destilería de Plaza Huincul en mazo de 2006 y finalmente cuando planificó, dirigió y supervisó el operativo de Arroyito y se fusiló a nuestro compañero Carlos Fuentealba, el 4 de abril de 2007.

Este último no fue un acto desesperado, ni la falta de preparación profesional del aparato represor, ni un abuso policial, ni una acción individual de un miembro de la fuerza pública. Fue un acto pensado, en un momento político particular y con un interés específico en dañar, escarmentar y disciplinar la rebeldía de las y los trabajadores de la educación, como una clara señal a toda la Nación de su determinación para controlar, con represión, toda protesta social.

La gran frustración en su desmesurada ambición presidencial, fue el papelón nacional más caro de todos los procesos electorales desde la llegada de la democracia. Que haya sido caro no es el problema, el problema es que lo pago el pueblo de Neuquén, directa o indirectamente, pues ningún imprentero por próspero que sea, puede gastar tamaña fortuna en una campaña electoral y los “auspiciantes” como se sabe, no lo hacen enamoradas por el proyecto, sino por la seguridad de cobrar en especies, el favor concedido.

Hoy es precandidato a gobernar nuestra provincia por cuarta vez. ¿Pueden estos antecedentes, recientes por cierto, servir de base electoral de proyecto político alguno? 25 mil repudiaron el crimen de Carlos el 9 de abril de 2007 y Neuquén dijo no más muerte, ni más represión y miles han vuelto a expresar su pedido de juicio y castigo cada aniversario. ¿Puede volver la esperanza cuando eso que la referencia es violencia, muerte y corrupción? Creo que no.

Opinar sobre este asunto no nos hace intervenir en la interna del partido provincial. Expresarnos es una obligación de todos los que creemos en la democracia y sus instituciones. No podemos como neuquinos dar otra oportunidad a quien ya dio muestras de no respetar ni honrar los enormes sacrificios de nuestro pueblo para recuperar y sostener esta nuestra democracia.

Dicen que vuelve la esperanza. Me cuesta creer que alguien, sano mental y moralmente, pueda tener esperanzas en la negación a la vida; en el culto al personalismo; en el uso de lo público como si se tratara de una propiedad privada, en la Justicia cómplice y subordinada; en fin, en la desprotección de todo derecho y en la apropiación de la suma del poder público en una sola mano y menos si se trata de la una mano marcada por lo contrario a toda esperanza.

Cada acción por la memoria, es un acto de esperanza, de esa que espera algo mejor; que espera por más y mejor presente para todos; por mejor futuro para nosotros y nuestros hijos. El estado de ánimo que atesora la esperanza es el que cree que es posible lo que se desea, lo que sueña. Por eso, no puede haber un deseo más legítimo, justificado y compartido que el de conocer la verdad de un crimen, en democracia, hasta hoy impune. Juicio y castigo, para construir una provincia con igualdad y libertad. Esa debe ser la única esperanza.

Por todo eso hoy decimos, más fuerte que nunca Carlos Fuentealba Presente, Juicio y Castigo.


Marcelo Guagliardo
DNI 126681291